Lo que fue de nosotros

Lya- Irremediablemente vos: cuando cuento los pasos mientras camino rumbo al costado de tu pecho o cuando me invento la sensación del día a través de tus ojos cerrados... irremediablemente yo: cuando me dejas mirarte en silencio, haciéndome creer que lo sé todo.

Sadrac- Nos separa algo efímero, y sin embargo eterno para aquellos que creen estar demasiado vivos. No te siento, pero puedo mirarte incluso a través de estos ojos cerrados. Tan lejos puedo cambiar de perspectiva. Nunca me gustó que me miraras como lo hacías, memorizándome, rebuscando mi interior, sin embargo ahora me complace. Nunca pensé que iba a ser testigo de cómo acabaría nuestra historia, mi historia, al menos... de momento.

Lya- Al menos, por ahora, no sabemos cuándo o en qué tiempo. ¿Qué es eso que me pone a pensar en lo infinito de una voz que aun no escucho o de unos ojos que asemejan la nada en el encierro?
Sé que no te gustó nada de lo que hacía; sé que entre palabras y gestos ocultos deseabas mandarme a donde nadie desea ir; lo sabía, lo sé ahora.
Siempre me gustó la forma en cómo me descubrías y, aún mejor, el recelo que provocabas en mi inconsciencia, la que ahora tiene un poco más de sentido.

Sadrac- No lo acepto. ¿Acaso nos encontramos únicamente para despertar nuestras mentes? No es suficiente. Ahora yo no estoy, dedique parte de mis días a vos y me esfume de este mundo. Ahora me miras, y me sientes. Incluso interactúas conmigo siendo yo solo un poco de nada, transitorio, frío. Es fascinante, son tus palabras incluso capaces de levantar un muerto.
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Una conversación, verdadera y mentirosa a la vez. Con una escritora talentosa, que me reta y me obliga, apenas para seguirle el paso. Gracias Lya.