domingo, 15 de abril de 2012

Entre el amor y el olvido

Estar entre el amor y el olvido. Algún día escuché que estar sin amor es vivir media vida. Que frase tan necia, tal vez. Intentar u olvidar, mientras giran los cien colones. Intentar implica dolor, olvidar implica dolor. Que tan triste se mira la vida desde unos ojos tristes, quizá quede en el medio, si lo deseo mucho. De pronto me va a extrañar, al menos el primer día. No es fácil decidir, entre el amor y el olvido. Descarada, por soñar conmigo y quedarte dormida en el camino, por preferir ser de nadie, aunque murás por mí.
A veces la vida se mira vacía, como un apartamento, con cajas sin desempacar. Cajas de salidas un sábado en la noche, de sonrisas forzadas, encuentros incomodos, de horas de trabajo, y madrugadas de estudio, cajas de besos apasionados y otros descuidados, de miradas y conversaciones filosóficas, de tardes en familia, cajas rotas de domingos en la iglesia, y de ratos amparados en la música. A veces, los sueños se miran vacíos.
Estar entre el amor y el olvido. Dos veces a la vez. Seguís siendo vos. Sobre todo y todo, te guardo tu lugar. Me seguís haciendo pedazos cada vez que sonreís. Y tu rostro rellena mis sueños otra vez. Vacío de vivir, cuando la vida se mira como un apartamento, con cajas sin desempacar, de paso, en una tarde melancólica, con frio de lluvia y pocas sonrisas.

martes, 3 de abril de 2012

De los duelos ya cotidianos

Una leve sensación de pérdida. Nada peor que dejar con ganas al corazón. Pero el día es claro, y el viento suave, y pronto el ánimo vuelve a teñir de color las paredes de la rutina.
De lo que no fue queda ese conato de dolor físico que solo las emociones saben crear, y la oportunidad de disfrutar del duelo, solo para estar claro que se está vivo, y que se siente y se ama, pero también con la tranquilidad de que se olvida, como ya se ha hecho, de que el proceso es extraño, con gotas de miel de vez en cuando. Nunca me enseñaron a olvidar, eso lo aprendí de las malas prácticas, además, olvidar es algo que hago de seguido, supongo que se me esta haciendo vicio comer tierra, por el contrario, permanecer, eso nunca lo he alcanzado.
Las despedidas en mi caso, nunca son sorpresa. Me gusta conversar en esa sensación en el ambiente preciosa y frágil, con palabras más suaves de lo habitual, cuando ambos sabemos que se nos esta acabando el tiempo juntos y somos cuidadosos de no estropear el momento.
Una sensación leve de pérdida. Y una tristeza incomoda que se sujeta a mis actividades. Es así como describiría si he de hacerlo de alguna forma, los duelos, ya cotidianos.

lunes, 2 de abril de 2012

A veces, te extraño tanto. A tu piel, a tu olor, y tus manos.

A veces, te extraño tanto. A tu piel, a tu olor, y tus manos.
A veces, cuando tu olor está en la memoria y ausente en el aire, cuando te veo todos los días y no puedo tocarte, te extraño tanto. A veces, estando mi cuerpo acostumbrado a protegerte, te extraño. Y me muevo sobre las olas de los sentimientos cuanto te pienso, y deseo tu mano en la mía, y tus ojos en mis ojos, pero principalmente tus sueños en mis sueños, con mis años y sonrisas al lado de los tuyos.
Extraño lo que nunca he vivido, extraño el recuerdo de mis fantasías a tu lado. A veces, que tan absurdo suena pero te extraño.