Tenés que creer que
me fugue de lo que somos... Cuando los pasos son cortos y silenciosos, y
caminás mirando hacia otro lado evitando pisar donde aún queda una que otra
ceniza.
Con la mirada sombría
fingís que no te veo y yo juego a estar preso en la fuga que tu conciencia ha
creado para justificar nuestro fracaso.
Cuantas veces no nos
perdimos en un mundo de barquitos de papel y olas en tu vientre. Cuantas veces
no naufragaban nuestros héroes presa de la tormenta que causaban tus carcajadas
sobre mis historias de leones y gigantes. Cuantas veces no mirabas a otro lado
y tu perfil hacía notar una sonrisa mientras me hablabas de leyendas y causas
justas para llevarme al otro lado del deseo.
Seguís convencida de
que me fugue de lo que somos, y que decir que no es un deber para con vos
misma, justo en el orgullo me tenías que ganar, en sufrir menos y extrañar más.
Sabés que estaré ahí
si tan solo escucho mi nombre un par de veces con esa voz de necesidad y
autosuficiencia que solo vos sabés usar. Pero no movés tus labios, empeñada en
lastimarme por amor... para llevarme al otro lado del deseo.
Te creés hecha de
cristal aunque esos sean duendes de otro cuento... esos de despedidas y miradas
extraviadas, en el dolor, y de palabras lanzadas al vacío.
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